sábado, 16 de diciembre de 2006

Leyenda de la Laguna de Doniños

Laguna de Doniños... el error de un pueblo

La leyenda de esta semana nos lleva de nuevo a tierras coruñesas, más en concreto a la costa ferrolana. La Laguna de Doniños es un bien conocido humedal que se encuentra muy próximo a la costa norte gallega. De hecho su distancia con la costa es tan pequeña que sólo un pequeño arenal la separa del mar. Su situación geográfica próxima al mar es idónea para que, como ocurre en tantas oacasiones en Galicia, sean muchoos los relatos que la gente cuenta de este paraje.

Esta laguna pertenece al Ayuntamiento de Ferrol. Ayuntamiento con 77.155 habitantes, según los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), y popularmente conocido debido a ser una de las sedes más importantes de la Marina Naval Española. Ciudad también muy concida por sus astilleros o por ser lugar de nacimento del General Francisco Franco Baamonde.

La leyenda que vamos a contar explica en cierta manera el orígen de este lago, algunos deicen que lo que posteriormente relataremos es un hecho fiscticio pero, cierto es que son muchas las ciudades que por un motivo u otro se encuentran a día de hoy sumergidas bien bajo el cauce de un río o, como en este caso, bajo una laguna. Así que sin más dilación pasemos al relato.

Cuando la Vírgen andaba por el mundo, después de un largo viaje por tierras gallegas, llegó un día a la ciudad de Valverde; allí todos sus ciudadanos eran paganos, malvados y descreídos. La Vírgen viendo este panorama se puso muy triste. Era tanta la falta de fe que allí se asentaba que atemorizaba, no consiguió dar cuenta de nigún tipo de fe, ni de caridad. Tampoco contaba la población con un misero cristiano.

La Vírgen siguió su camino sin detenerse al tiempo que en su cabeza daba vueltas la idea de que una ciudad como aquella era merecedora de un buen castigo por parte del Señor.
Después del gran agotamiento que le supuso subir una larga cuesta, ya dejando el pueblo atrás, y con el Niño en sus brazos, llegó a una casa que se encontraba en lo alto de un monte. Paró allí a descansar al abrigo de la sombra que ofrecía un pajar que allí se encontraba. Al cabo de unos minutos apareció por allí la dueña de la casa, que bondadosamente le ofreció una taza de leche y un trocito de pan.

Entablaron conversación, de manera que al poco tiempo la Vírgen ya sabía que en aquella casa residían un hombre y una mujer, que ambos estaban unidos en santo matrimonio y que eran los únicos cristianos de toda la comarca, por ello vivían lejos de la ciudad, porque ni a ellos les gustaba la forma de vivir que sus vecinos tenían, ni eran bien mirados por los mismos.
La Vírgen tuvo noticia también de que el hombre no se encontraba en la casa porque había bajado a la ciudad para realizar unos trabajos. Después de este pequeño descanso la Vírgen continuó el camino.

Llegando a la ciudad el hombre, marido de la señora que le había dado cobijo por unas horas a la Vírgen, comenzó a escuchar unos gritos. Al instante se dió cuenta de que era la voz de su mujer que le pedía auxilio. Al volver la cabeza, para ver qué sucedía, la vió en el mismo camino por el que él acababa de pasar; la pobre luchaba con desespero por defenderse de unos hombres que la querían matar.

Nada más darse cuenta de lo que alrededor suyo sucedía lo primero que hizo fue dar la vuelta y correr detrás de su mujer, que ya se había liberado de sus captores y que ahora corría despavorida monte arriba en dirección a la casa. Aún así estos la seguían persiguiendo. El hombre corría como nuca antes lo había hecho pero los matones y la mujer no eran menos veloces, de manera que, de aí a un rato en un cruce de caminos los perdió de vista. El hombre entonces en un acto de valentía, y venciendo su mermada capacidad física para seguir con el esfuerzo, corrió más si cabe hasta que a lo lejos pudo observar su casa. Allí, a la puerta de su casa se encontraba su mujer, sentada en una pequeña silla, al igual que cuando se despidió de la Vírgen. Al llegar hasta donde ella, el hombre le conto lo que le había sucedido, la mujer, incredula le dijo que no era posible, que no se había movido de allí en toda la mañana y que la única explicación posible a lo sucedido es que hubiese sido una visión. De pronto, un enorme estruendo interrumpió la conversación, fue el ruído más atronador del mundo, y sintieron como del cielo un enorme aguacero hacía de pronto aparición, de modo que todo lo que en la ciudad se encontraba rapidamente se inundó, arrasando con toda prueba posible de que minutos antes allí se asentaba una ciudad.

Sin decirse nada, hombre y mujer miraron inmediatamente a la ciudad y vieron que esta estaba inundada por completo y en cuestión de segundos había desparecido bajo el agua.

Hoy en el lugar donde hace ya muchos años se asentaba la ciudad se encuentra la popularmente conocida Laguna de Doniños. Se dice de ella que tiene en el medio un pozo que traga a todo aquel que tiene la desgracia de pasar por encima de él. De este modo el desafortunado viajero que sea absorvido por ese agujero encontrará su descanso eterno junto con aquellos paganos que en algún tiempo habitaron la ciudad.



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  • NOTA: Ya teneis disponibles las imágenes del post de la semana pasada. Para verlas pincha aquí.

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